Fantasy Bra de Victoria’s Secret: mito, lujo y controversia

Fantasy Bra de Victoria's Secret: mito, lujo y controversia
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Imagina ponerte un sujetador asegurado por 10 millones de dólares. No, no es una broma. Algo así realmente existe. Un sujetador normal cuesta quizá 100 zlotys, a veces menos. Pero el tema del que te voy a contar son creaciones valoradas en más que un elegante piso en el centro de Varsovia. ¿Suena absurdo? Pues de eso se trata.

Fantasy Bra — así se llama esta “corona” en el mundo de la lencería — es un sujetador hecho a mano, único en su clase, incrustado con auténticas piedras preciosas. No cristales. Diamantes, zafiros, rubíes. Cada ejemplar se creaba durante años, con presupuestos que iban desde 1 000 000 hasta más de 15 000 000 USD. Puede parecer extraño que algo tan íntimo como la lencería pueda ser, al mismo tiempo, una joya exhibicionista que vale una fortuna. Y es precisamente esa contradicción la que ha despertado tantas emociones.

Fantasy Bra de Victoria’s Secret: donde la lencería se convierte en joyas de millones

Fantasy Bra de Victoria's Secret

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Victoria’s Secret presentaba estas creaciones en sus icónicos desfiles. Hoy, en 2025, la marca regresa con un nuevo show tras años de pausa y, de repente, todos vuelven a hablar de aquellos tiempos. Sin embargo, esta nostalgia es bastante ambigua: por un lado, extrañamos ese brillo y lujo, pero por otro, sabemos bien que aquel ideal de belleza era tóxico. Los antiguos Fantasy Bras solo los llevaban Ángeles con parámetros muy estrictos, y hoy hablamos de aceptación corporal y diversidad. Por eso el tema vuelve como un auténtico paradoja cultural.

¿Por qué nos fascinaban tanto estos sujetadores? Hay varias razones que saltan a la vista:

  • Valor: ninguna otra prenda de vestir ha sido tan absurdamente cara y, al mismo tiempo, tan inútil.
  • Show: un desfile de moda convertido en teatro de los sueños, donde la lencería dejaba de ser funcional para convertirse en arte
  • Cultura pop – esos desfiles eran vistos por millones, las modelos eran estrellas y cada nuevo Fantasy Bra generaba titulares
  • Tensión – el contraste entre la intimidad de la lencería y su exhibición pública despertaba algo en nosotros

En la siguiente parte del artículo, repasaremos la historia de estas creaciones, echaremos un vistazo al taller de joyería y de diseño, analizaremos las cifras empresariales detrás de todo el proyecto y reflexionaremos sobre lo que el Fantasy Bra dice de nosotros como sociedad. También miraremos hacia el futuro: ¿tiene todavía sentido este concepto?

Se puede contemplar el Fantasy Bra con admiración o con crítica. O quizás con ambas a la vez, porque así precisamente funciona la compleja cultura del lujo.

Fantasy Bra Victoria's Secret Blog

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De las boutiques de los años 70 al espectáculo de millones: la historia del Fantasy Bra

En 1977, un hombre de California abrió una pequeña boutique de lencería para hombres que sentían vergüenza de comprar ropa interior para sus esposas en los grandes almacenes tradicionales. Nadie pensó entonces que de esto surgiría un imperio global. Y mucho menos que algún día habría sujetadores incrustados con diamantes valorados en millones de dólares.

Roy Raymond fundó Victoria’s Secret por una razón sencilla: quería un lugar donde los hombres no se sintieran incómodos entre encajes. La tienda en el centro comercial debía ser elegante, nada más. El problema era que el negocio apenas sobrevivía, así que en 1982 el empresario Les Wexner lo compró todo por apenas medio millón. Y a partir de ahí, todo cambió.

Wexner entendió algo fundamental: la lencería no es solo funcionalidad. Es fantasía. Soñaba con una marca que hablara de deseo y lujo, no de practicidad. Durante los años 80 y 90, Victoria’s Secret creció rápidamente, abriendo cientos de tiendas en centros comerciales de todo Estados Unidos. En 1995, a alguien se le ocurrió la idea de hacer un desfile televisado. En ese momento fue bastante modesto, transmitido por internet y visto por unos pocos: los servidores incluso colapsaron.

La era dorada 1996-2005

Un año después, en 1996, todo cambió. En la pasarela apareció Claudia Schiffer con lo que llamaron el “Million Dollar Miracle Bra”. Un sujetador valorado en un millón de dólares. ¿Suena absurdo? Tal vez, pero funcionó. La gente enloqueció: los periódicos escribían, la televisión lo mostraba, todos preguntaban quién, qué y cómo.

Ese fue el punto de inflexión. Victoria’s Secret dejó de ser simplemente una cadena de tiendas. Se convirtió en un espectáculo. Un show.

En 1997 llegó el Millennium Bra: 10 millones de dólares, diamantes, zafiros, diamantes. La modelo Tyra Banks desfiló con él frente a un globo con la fecha 2000. En 1998 aparecieron informes controvertidos sobre un sujetador valorado en 20 millones (aunque esa cifra nunca fue confirmada oficialmente y muchos la consideraron una exageración de marketing). Gisele Bündchen, Heidi Klum: estas chicas llevaban joyas tan caras como apartamentos en Manhattan.

Todo se hacía cada vez más grande. Entraron en juego joyeros como Mouawad, una firma conocida por sus joyas reales. Ya no eran solo piedras pegadas al encaje. Eran auténticas obras de arte. Complejas, delicadas, que requerían meses de trabajo.

Los presupuestos crecían. La audiencia del show se disparaba: más de 10 millones de espectadores en el pico de popularidad a principios de los 2000. Victoria’s Secret era cool, era glamur, estaba en todas partes.

Victoria's Secret Fantasy Bra

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Estabilización y primeras grietas

Más o menos entre 2006 y 2015, la tradición se consolidó. Cada año, un nuevo Fantasy Bra. En 2014 incluso surgió la idea de modelos dobles para dos Ángeles a la vez. El marketing funcionaba como una máquina. Pero empezó a volverse un poco repetitivo, ¿verdad?

El valor del sujetador dejó de sorprender. Doce o catorce millones, ¿cuánto tiempo se puede seguir con el mismo truco? Entonces empezaron a apostar más por las historias. Piedras de minas concretas, diseños inspirados en culturas antiguas, colaboraciones con diseñadores reconocidos. El enfoque cambió: ahora contaban también la artesanía, el storytelling, la narrativa.

Pero aun así, el público empezó a alejarse. La audiencia del show cayó a unos 6 millones en 2018. La gente decía que ya no era su estilo. Demasiado comercial, demasiado superficial, demasiado unidimensional. Surgió una ola de crit

Anatomía del lujo: cómo se crea realmente el Fantasy Bra

Un sujetador estándar de la línea Victoria’s Secret sale de fábrica tras unas pocas horas. ¿Fantasy Bra? Eso puede requerir hasta un año de preparación y cientos de horas solo de trabajo de joyería. Es precisamente esta escala la que marca la diferencia entre lencería y algo que necesita protección como un tesoro nacional.

Fantasy Bra Lujo

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El diseño base en sí no es nada exótico. Por lo general, se trata de modelos probados de la colección de la marca: balconette o push-up de las líneas Very Sexy, Dream Angels. Aros, acabados completos, a veces tirantes de silicona para que no se deslicen por el peso. Porque ese fue el primer reto que tuvieron que resolver los diseñadores: cómo lograr que la estructura soporte no solo unas decenas de gramos de tela, sino varios kilos de piedras y metal. Y que todo eso se mantuviera en el cuerpo de una modelo concreta, ya que cada pieza se hacía a medida. Candice tenía medidas diferentes a Jasmine, así que aquí no existen tallas universales.

Luego llega la capa de joyería, y aquí empiezan las cifras que suenan increíbles. Tomemos tres ejemplos icónicos:

AñoModeloNúmero de piedrasMasa totalHorario de apertura
2013Candice Swanepoel~4 200más de 3 000 ct~1 350 h
2014Adriana + Alessandramás de 16 000sin datos~1 380 h
2016Jasmine Tookesmás de 3 00067 ct (incluyendo oro de 18k)~700 h

Todo el proceso de engaste es una obra maestra de precisión microscópica. Los diamantes se fijan con la técnica pave, a veces micopavé, lo que significa que cada piedra debe tener su propio y exclusivo “nido” forrado de metal precioso. Los joyeros de Mouawad o Atelier Swarovski trabajaban bajo lámparas con lupas, colocando fila tras fila de piedras para que ninguna se soltara durante el movimiento en la pasarela. Porque la modelo tiene que caminar, girar, hacer todos esos gestos, y la estructura debe brillar de manera uniforme, sin zonas “ciegas”.

Uno de los artesanos supuestamente decía: si se me cayera esta pieza al suelo, buscar los diamantes nos llevaría una semana.

La dificultad también radica en unir algo rígido (cadenas metálicas, estructuras para las piedras) con una tela flexible. Para que esto funcionara, se usaban bisagras especiales, bases elásticas bajo los engastes, e incluso segmentos separados que podían moverse ligeramente entre sí. No es una joya común: es un híbrido entre mueble, prenda y obra de orfebrería.

Y el peso. El Fantasy Bra de 2013 pesaba casi tanto como un recién nacido: más de 4 kilos. La modelo podía llevarlo quizás unos minutos sin necesitar apoyo médico para la columna. Por eso es principalmente una creación “solo para pasarela”: una pasada, fotos, y listo. Sin contar la seguridad que acompañaba a la modelo al costado del escenario.

En la siguiente parte verás cuánto costaba todo esto y por qué esas cifras pasaron a la historia del marketing.

Fantasy Bra

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Millones en la pasarela: economía y marketing del Fantasy Bra

Un sujetador de un millón de dólares que nadie compra. Suena a fracaso, ¿verdad? Sin embargo, Victoria’s Secret ganó fortunas durante años precisamente porque nadie compraba el Fantasy Bra.

Era una herramienta de marketing en estado puro. Cada Fantasy Bra generaba cientos de artículos en la prensa, desde tabloides hasta “Forbes”. Las redes sociales enloquecían con las fotos. ¿Y Victoria’s Secret? Solo pagaba por las piedras y el trabajo de los joyeros. El resto lo hacían gratis los medios. Ese efecto de earned media era clave. Un solo sujetador valorado en 10 millones de dólares generaba cobertura mediática por un valor mucho mayor.

Imagina una gráfica de ingresos de VS desde 2000 hasta 2024. La primera mitad es casi una línea recta hacia arriba. En 2016, la marca alcanzó 7,4 mil millones de dólares en ingresos. En su punto máximo, Victoria’s Secret controlaba alrededor del 45 por ciento del mercado estadounidense de lencería. ¿Los desfiles? Más de 10 millones de espectadoras al año, y en los mejores años incluso 12 millones.

Lo importante: después de cada desfile, las ventas aumentaban entre un 10 y un 20 por ciento en el siguiente trimestre. Un sujetador común de 50 dólares se vendía mejor porque la clienta antes había visto el de un millón. El efecto halo funcionaba implacablemente. Comprabas algo normal, pero sentías que tocabas ese mismo mundo de lujo.

El Fantasy Bra también apoyó la expansión global. La marca abrió más de 1000 tiendas en todo el mundo. En EE. UU., Victoria’s Secret era la opción por defecto: si buscabas lencería, ibas allí. Punto.

Pero después de 2016, las cifras empezaron a caer. Apareció la competencia: Aerie con un enfoque natural, Savage X Fenty con diversidad. La audiencia del show bajó a unos 6 millones. ¿Cuota de mercado? Del 45 a aproximadamente el 25 por ciento. La marca intentó salvarse: en 2018 incluso lanzó una réplica del Fantasy Bra por 250 dólares. Monetizar el sueño para un público más amplio. Se vendía, pero no salvaba la situación.

El rebranding trajo una mejora parcial. En 2024, los ingresos alcanzaron los 6,2 mil millones de dólares, un aumento de alrededor del 5 por ciento. Y luego el show volvió en 2025. Nostalgia, streaming, retrospectiva. Las ventas en el cuarto trimestre subieron un 10 por ciento. La gente lo extrañaba, así que regresaron.

Eso en cuanto a cifras. Pero la pregunta sigue siendo: ¿cuál fue el coste de toda esta estrategia?

Fantasy Bra Sujetador de lujo

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Entre el sueño y la presión corporal: la dimensión cultural del Fantasy Bra

Recuerdo cuando tenía dieciséis años y estaba sentada con una amiga frente al televisor, viendo el desfile de Victoria’s Secret. Esas alas, esos cuerpos, ese brillo. Pensábamos que eran simplemente perfectas. Nunca se nos ocurrió preguntar: ¿de quién era realmente ese sueño? ¿Y por qué ninguna de esas chicas se parecía a nosotras, a nuestras madres, a la mayoría de las mujeres en la calle?

Durante dos décadas, el Fantasy Bra y todo el desfile de Victoria’s Secret construyeron una imagen muy específica del cuerpo femenino: modelos extremadamente delgadas, en su mayoría blancas, cisgénero, con tallas alrededor de la 0-2. Esos “Ángeles” debían simbolizar una fantasía. Pero la verdad es dura: era la fantasía de alguien más, no la nuestra. Investigadoras culturales llevan años diciendo que todo ese espectáculo ofrecía a los hombres una imagen lista de la mujer sexy, y a las mujeres, un modelo inalcanzable a seguir. En realidad, es violencia simbólica, aunque vestida con cristales de Swarovski de un millón de dólares.

Durante años, las críticas se fueron acumulando. El feminismo de segunda y tercera ola criticó a VS por la cosificación. Modelos en atuendos que solo servían de pretexto para exhibir el cuerpo. Ni rastro de espacio para mujeres de talla grande, trans, incluso la diversidad étnica era solo aparente. Las estadísticas hablan por sí solas: el noventa por ciento de las chicas en esa pasarela eran mujeres blancas, cis, con un tipo de cuerpo específico. ¿Dónde estamos el resto?

“El show de Victoria’s Secret no vendía lencería, sino una definición muy limitada de lo que significa ser una mujer digna de deseo: alta, delgada, joven, blanca. Todo lo demás era invisible.”

Luego llegó el #MeToo. Y de repente resultó que los entresijos de ese mundo de fantasía eran mucho menos brillantes. Ed Razek, director creativo durante años y responsable del show, declaró públicamente en una entrevista que las modelos trans y de tallas grandes no participarían, porque esto es una “fantasía” y hay que mantener la visión. Ese comentario desató una tormenta. Las empresas empezaron a retirarse del patrocinio. Paralelamente estalló el escándalo en torno a Les Wexner, fundador de L Brands (propietario de VS), y sus vínculos con Jeffrey Epstein. De pronto quedó claro que detrás de los destellos se escondía algo muy tóxico. La gente dejó de creer en ese cuento.

En 2021, Victoria’s Secret publicó una disculpa oficial. Admitieron que promovieron una imagen “poco saludable” de la feminidad. Anunciaron una nueva campaña y crearon el VS Collective, un grupo de embajadoras de diferentes entornos. Entre ellas estaban Priyanka Chopra, Megan Rapinoe, Eileen Gu, Paloma Elsesser. La marca empezó a hablar de comodidad, inclusión, empoderamiento femenino. Se alejó del lenguaje de la hipersexualización. ¿Pero sabes qué? Mucha gente lo llamó woke-washing. Es decir, una responsabilidad social aparente, una estrategia de marketing para tapar las malas cifras de ventas.

Algunas investigadoras escriben que, paradójicamente, fue el modelo de VS el que ayudó a impulsar el movimiento body positive. Porque la gente empezó a rebelarse. Surgieron marcas como Savage X Fenty de Rihanna o Aerie, que desde el principio apostaron por la diversidad. Mostraban estrías, celulitis, mujeres de más de cincuenta años, personas no binarias. Ellas llenaron el vacío que la propia VS había creado.

Hoy, como mujer adulta, miro las viejas fotos de los desfiles y siento algo extraño. Por un lado, nostalgia: fue parte de la cultura pop. Por otro, decepción: cuánto daño pudieron hacer esas imágenes a las chicas jóvenes.

Sujetadores Victoria's Secret

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Los Fantasy Bras más icónicos y sus Ángeles

Vas a un desfile de Victoria’s Secret y, de repente, todas las cámaras se giran hacia una sola modelo. ¿Por qué? Porque lleva el Fantasy Bra: algo más que lencería. Es un símbolo. Como la coronación de una reina en el mundo de la moda.

Ser elegida para llevar ese sujetador es, seamos sinceras, el mayor honor posible para un Ángel. No lo reciben todas, ni siquiera las más famosas. Es el momento que dice: esta chica acaba de llegar a la cima.

“Million Dollar Miracle Bra” 1996 – Claudia Schiffer

La primera vez en la historia de la marca. Claudia en la pasarela con un sujetador de un millón de dólares: en ese momento, una locura. 1.188 piedras preciosas brasileñas, en total 72 quilates. Diseño de Alan Necke para Harry Winston. Claudia ya era una superestrella, pero ese momento la consolidó como un icono del glamour de los 90. Recuerdo las fotos de ese desfile: parecía una joya viviente bajo los focos. Así empezó toda la tradición del Fantasy Bra.

“Red Hot Fantasy Bra” 2013 – Candice Swanepoel

Y ahora saltamos a una cifra récord. 10 millones de dólares. Más de 4.200 piedras, incluyendo rubíes, diamantes y zafiros amarillos. Más de 3.000 quilates en total. Mouawad volvió a diseñar y esta vez realmente se superaron. Candice ya era muy conocida, pero llevar ese sujetador la convirtió en el rostro del show de 2013. Luego contaba en entrevistas que sintió una presión enorme: al fin y al cabo, llevaba encima el valor de un apartamento de lujo.

“Dream Angels Fantasy Bras” 2014 – Adriana Lima y Alessandra Ambrosio

Diseños gemelos, la primera vez que ocurría algo así. Juntas, 16.000 piedras y 1.380 horas de trabajo artesanal. El valor de cada uno, unos 2 millones. Fue la coronación de las largas carreras de ambas brasileñas en Victoria’s Secret: Adriana ya era una veterana, Alessandra también llevaba mucho tiempo con la marca. Como una despedida simbólica de una época, porque ambas sabían que su cima ya había pasado.

“Dream Angels Fantasy Bra” 2018 – Elsa Hosk

Y aquí ves un cambio de paradigma. En vez de diamantes reales, sobre todo cristales de Swarovski. Valor aproximado: 1 millón, así que de vuelta a los orígenes, pero con otra filosofía. Ya no se trataba de cifras récord, sino de accesibilidad. Los fans podían comprar réplicas y sentirse parte del show. Elsa se sorprendió al ser elegida, porque no era de las Ángeles más veteranas. Pero esa era la idea: frescura.

Estos pocos modelos crean todo el mito del Fantasy Bra. Cada uno muestra algo diferente: un valor récord, una dimensión emocional para la modelo, cambios en la estrategia de la marca.

Precio del Fantasy Bra de Victoria's Secret

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Después de la era de los diamantes: ¿qué queda hoy del Fantasy Bra?

Los sujetadores de diamantes han vuelto. Pero han vuelto a las vitrinas, no a la vida.

En 2025, Victoria’s Secret organizó un desfile por streaming y ¿qué apareció allí? Los históricos Fantasy Bras, esos de los años dorados. Estaban expuestos como en un museo, recordando la época en la que un modelo valorado en millones de dólares era el evento más importante en el mundo de la lencería. Ahora es más un viaje nostálgico que una oferta real. No se ha creado ningún nuevo Fantasy Bra desde 2019, y probablemente no volverán en su antigua fórmula.

La propia marca está intentando algo completamente diferente. Victoria’s Secret quiere ser inclusiva, cómoda, accesible. Se nota en productos como VS Bare Infinity Flex, un sujetador diseñado para adaptarse a diferentes siluetas y ofrecer comodidad. El lenguaje también ha cambiado. Ya no es “sexy” y “fantasy”, sino bienestar, comodidad, confianza en una misma. Es un gran reto, porque ¿cómo reconciliar el legado de los diseños de diamantes con la oferta de sujetadores funcionales?

Además, el mercado ha cambiado mucho. El mercado global de lencería crecerá hasta unos 100 mil millones de dólares para 2030. Victoria’s Secret quiere recuperar su posición: ahora tiene alrededor del 25% de cuota en EE. UU., y el objetivo es quizá llegar al 30%. El problema es que la competencia es implacable. Marcas como Savage X Fenty o ThirdLove apuestan por la diversidad desde el principio. Ellas no tienen que convencerse: ya están donde VS apenas intenta llegar.

Veo una oportunidad en un punto intermedio. Quizá colecciones cápsula inspiradas en la “fantasía”, pero a precios accesibles. Donde la fantasía trate sobre la individualidad de la clienta, no sobre un solo modelo impuesto a todas. O colaboraciones con artistas, diseñadores, cuya visión también puede ser “fantasy”, solo que más diversa.

Para nosotras, las consumidoras, es un momento interesante. Puedes disfrutar de esa estética —porque el glamour y la belleza tienen derecho a existir— y al mismo tiempo elegir marcas transparentes. Ver si cuidan la ética de producción, si sus campañas muestran diferentes cuerpos y rostros. No hay que renunciar al lujo. Basta con ser consciente de lo que compras y por qué. La fantasía puede existir, siempre que no imponga una sola norma.

Al final, los sujetadores con diamantes no han desaparecido del todo. Simplemente han dejado de ser el centro del universo.

Tu propia fantasía: cómo mirar con inteligencia el Fantasy Bra

¿Recuerdas esa primera imagen: un sujetador común de veinte zlotys frente a una creación que vale más que un apartamento de lujo? Hoy, después de este viaje por la historia del Fantasy Bra, probablemente lo ves de otra manera. Porque no es solo una historia sobre joyas cosidas en lencería. En realidad, son varias historias a la vez.

En primer lugar, aquí realmente hablamos de maestría artesanal. Orfebres, joyeros, diseñadores pasaban cientos de horas creando algo que nunca estuvo pensado como ropa interior cotidiana. Es más una escultura en miniatura que un sujetador. En segundo lugar, el marketing agresivo que construyó toda una maquinaria alrededor de un solo producto para encender la imaginación y convencerte de que, al comprar unas simples braguitas con la etiqueta de Victoria’s Secret, compras un pedazo de esa magia. En tercer lugar, un ideal de feminidad muy concreto y limitado, que durante décadas no dejó espacio para otros cuerpos, otras fantasías. Y en cuarto lugar, hoy es más bien un artefacto. Algo que existe en el archivo de la cultura, pero ya no en el centro de los acontecimientos.

La “fantasía” futura en la lencería podemos crearla nosotras mismas: no como un objeto de deseo construido por los marketers, sino como un espacio donde cada cuerpo pueda sentirse lujoso. Eso requiere decisiones conscientes y un poco de valentía.

En la práctica: empieza a curar tus redes sociales. Sigue cuentas que muestren cuerpos diversos. Busca lencería en la que te sientas bien, sin importar si lleva una etiqueta prestigiosa. Lee opiniones sobre las marcas, no solo sus campañas. Y recuerda que lo que ves en la pasarela o en una campaña a menudo no tiene nada que ver con lo que realmente será cómodo y bonito en tu cuerpo.

La fantasía no tiene por qué desaparecer. Puede transformarse: de la fantasía de un solo cuerpo ideal a la fantasía de un mundo donde cada una de nosotras pueda sentirse como un millón de dólares en su propia piel. Incluso si nuestro sujetador costó treinta zlotys.

Kate Z

redacción moda & lifestyle

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